Justo Sierra, Maestro Inmortal
CAMPECHE, CAMP.- Este puerto, la ciudad de Las Murallas, celebra el nacimiento, 26 de enero de 1848 del poeta Justo Sierra Méndez que se recibió de abogado en 1871 en el Colegio de San Ildefonso y publicó sus primeros ensayos literarios a partir de 1868. Fue varias veces diputado al Congreso de la Unión y magistrado de la Suprema Corte de Justicia.
En 1868 se da a conocer con "Playera" y las "Conversaciones del domingo" que aparecen en El Monitor Republicano.
Fue uno de los directores de la Revista Nacional de letras y Ciencias (1889-1890) y colaboró en las principales publicaciones periódicas de su tiempo. Ejerció una influencia muy grande en los medios intelectuales y una vez muerto Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), fue el maestro que orientó a las nuevas generaciones.
En la antigua Secretaría de Justicia e Instrucción Pública y Bellas Artes (1905) fue nombrado titular de ella, cargo que desempeñó hasta 1911, cuando fue designado Ministro Plenipotenciario de España. A él se debió el establecimiento del primer sistema de educación pública en México, y la reorganización de la Universidad Nacional (1910).

PLAYERA

Baje a la playa la dulce niña,
perlas hermosas buscaré,
deje que el agua durmiendo ciña
con sus cristales su blanco pie . . .

Venga la niña risueña y pura,
el mar su encanto reflejará
y mientras llega la noche oscura
cosas de amores le contará.

Cuando en levante despunte el día
verá las nubes blanco tul
—como los cisnes de la bahía—
rizar serenos el cielo azul.

Enlazaremos a las palmeras
la suave hamaca y en su vaivén
las horas tristes irán ligeras
y sueños de oro vendrán también.

Y si la luna sobre las olas
tiende de plata bello cendal,
oirá la niña mis barcarolas
al son del remo que hiende el mar,

mientras la noche prende en sus velos
broches de perlas y de rubí,
y exhalaciones cruzan los cielos
lágrimas de oro sobre el zafir.

El mar velado con tenue bruma
te dará su hálito arrullador,
que bien merece besos de espuma
la concha nácar, nido de amor.

Ya la marea, niña, comienza,
ven que ya sopla tibio terral,
ven y careyes tendrá tu trenza
y tu albo cuello rojo coral.

La dulce niña bajó temblando,
bañó en el agua su blanco pie,
después, cuando ella se fue llorando,
dentro las olas perlas hallé.