
Charla con el dramaturgo Ricardo Pérez Quitt
Falta la obra contemporánea
que trascienda en lo Universal
Las revueltas políticas y sociales hacen surgir a los dramaturgos como una conciencia de su sociedad, dice el también fundador de la revista “Autores: Teoría y Textos de Teatro”.
Por Rocío Jiménez Pérez (Parte I de II)
Lo conocí en un encuentro de escritores veracruzanos hace años (¡Benditos encuentros!), y su humor, su capacidad para contar una historia, su seguridad para defender el teatro, su aire de galán maduro de telenovela y su optimismo, me llevaron a interesarme y reflexionar sobre el teatro (al igual que a varios de los que estábamos allí). Originario de Atlixco, Puebla, Ricardo Pérez Quitt, teatrero y dramaturgo, estudió Dirección de escena en la Escuela de Teatro del INBA, fundó el Taller de Teatro y Ópera de la Escuela de Música en la UAP, y el Teatro Universitario de Atlixco. Es coordinador fundador de la Licenciatura en Actuación, Producción y Dirección en la modalidad de Sistema Abierto en el Colegio Libre de Estudios Universitarios de Puebla (2000).
Su espectáculo Infieles Difuntos representó a México en el V Coloquio Internacional de Teatro de la Universidad de Perpignan, Francia (2001). Ingresó al Sistema Nacional de Creadores de Arte en el área de dramaturgia (2000). Ha sido maestro invitado en las universidades de Puerto Rico (1995) y Clermont-Ferrand, Francia (2000), e Investigador Huésped del CITRU (1998). Coautor de los catálogos de Teatro Mexicano del Siglo XX del IMSS.
Sus piezas se han traducido al inglés y francés. Ha recibido los premios: Premio Único de dramaturgia por su trilogía Sacrilegio (INBA 1986); Premio teatro para adolescentes José María Fernández Unsaín SOGEM por su pieza Cortés y Pizarro (1997); Premio Paul Coremans del INAH por el rescate de zonas históricas (1988); Héctor Azar Barbar, estado de puebla y “Gral. Joaquín Rea” en Atlixco (2004). Actualmente es docente en la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA y director fundador de la revista Autores: Teoría y Textos de Teatro. Y ahora, nuevamente lo saludo gustosa y lo invito a abrir el telón de su vida.
Algunas razones del Teatro
—¿Está muerto el teatro actualmente? si no es así, ¿en qué estado se encuentra?
—El teatro mexicano está vivo, es un órgano que late en el cuerpo del país, posiblemente con síncopes pero vivo al fin. Es curioso pero en los últimos años en México, en que el país ha entrado en un cúmulo de vicisitudes políticas e inestabilidades económicas, la dramaturgia nacional ha tenido un crecimiento. Esto no debe extrañarnos, si consideramos históricamente que otros países en crisis resurgieron con sus expresiones dramáticas como lo fue el caso de los Estados Unidos en su gran crisis económica, que dieron estupendos dramaturgos como Tenessee Williams, Arthur Miller o Eugenio O´Neill, quienes lucharon por un teatro nacional. Después de la Revolución Mexicana surgió un teatro nacional de identidad inmediata con autores como Rodolfo Usigli o Mauricio Magdaleno y Juan Bustillo Oros. Al parecer las revueltas políticas y sociales hacen surgir a los dramaturgos como una conciencia de su sociedad, que dictaminan un estado de salud de su tiempo. Lo que sí es cierto es que el teatro mexicano está vivo sobre todo gracias a los grupos independientes que desde su trinchera muestran ese estado de salud emocional de un pueblo.
Teatro contemporáneo
—Se ha extraviado una clara idea del teatro”, escribe Antonin Artaud. En nuestros días es muy difícil que un espectáculo teatral u obra de teatro sea más popular o atraiga más que una película o un reality show ¿A qué se debe? ¿Cómo se vive el teatro visto desde los personajes directamente relacionados?
—El teatro contemporáneo en México tiene diversas ópticas porque es un todo, y sin descalificar, muestra el corpus de su componente. Por un lado los danzadramas profanos que se representan en días de santos patrones de las comunidades indígenas, aún dan patadas de ahogado para sobrevivir ante los embates trasnacionales del espectáculo escénico. Las representaciones profanas de estos danzantes y actores naturales deben de rescatarse porque pertenecen a una idiosincrasia directa a nuestras raíces escénicas nacidas del culto religioso. Después deben considerarse a los grupos independientes que buscan espacios alternos para realizar el hecho teatral con ciertas desventajas como buscar por cuenta propia la producción, la renta del espacio, el pago de actores, etc. Algunos grupos independientes de teatro han sido privilegiados y funcionan bajo la égida de una beca del Fonca. Y finalmente el teatro de formación y el teatro comercial. El primero se da a partir del buró institucional en las universidades y en los recintos de cultura. Este es el teatro al que le pediríamos mayor exigencia. Y el teatro comercial que se sostiene en el mercado con obras como "Aventurera" o en los escenarios de la familia de Manólo Fábregas que presentan paquetes importados de Broadway u obras musicales. El teatro contemporáneo en México de mayor trascendencia es el teatro de autor comprometido con los avatares y devenires de su sociedad. Es, como diría Usigli: "el que respira por la herida" refiriéndose a nuestra historia nacional tan atropellada y al carácter emocional y cultural de México.
La dramaturgia en México
—En cuanto a la dramaturgia y el teatro ¿Existen escritores, directores, actores representativos en México? ¿qué pasa con las nuevas generaciones? ¿hay una propuesta novedosa?
—Sí hay una verdadera representación del teatro mexicano en autores como Usigli, Carballido, Magaña, Leñero, Arguelles, o directores de escena como Julio Castillo, Héctor Mendoza, Luis de Tavira, e incluso en generaciones intermedias a lo largo del siglo XX como Tomás Espinosa, Willebaldo López, Juan tovar, o generaciones muy jóvenes como Bárbara Colio, Ortiz Monasterio por mencionar apenas nombres muy propios. Estos autores y, otros muchos más, de evidente calidad han sostenido la representatividad del teatro mexicano en los escenarios pero aún falta la obra contemporánea que trascienda en lo universal. Deberíamos por ejemplo representar más a "Moctezuma II" de Sergio Magaña que a Hamlet de Shakespeare, con el cuidado de no caer en lo folklórico ni en la xenofobia pero "Moctezuma II, por ejemplo, es la tragedia mexicana que debería representarse en el mundo así como se representa a Shakespeare y sus dramas de reyes.
Falta la obra contemporánea
que trascienda en lo Universal
Las revueltas políticas y sociales hacen surgir a los dramaturgos como una conciencia de su sociedad, dice el también fundador de la revista “Autores: Teoría y Textos de Teatro”.
Por Rocío Jiménez Pérez (Parte I de II)
Lo conocí en un encuentro de escritores veracruzanos hace años (¡Benditos encuentros!), y su humor, su capacidad para contar una historia, su seguridad para defender el teatro, su aire de galán maduro de telenovela y su optimismo, me llevaron a interesarme y reflexionar sobre el teatro (al igual que a varios de los que estábamos allí). Originario de Atlixco, Puebla, Ricardo Pérez Quitt, teatrero y dramaturgo, estudió Dirección de escena en la Escuela de Teatro del INBA, fundó el Taller de Teatro y Ópera de la Escuela de Música en la UAP, y el Teatro Universitario de Atlixco. Es coordinador fundador de la Licenciatura en Actuación, Producción y Dirección en la modalidad de Sistema Abierto en el Colegio Libre de Estudios Universitarios de Puebla (2000).
Su espectáculo Infieles Difuntos representó a México en el V Coloquio Internacional de Teatro de la Universidad de Perpignan, Francia (2001). Ingresó al Sistema Nacional de Creadores de Arte en el área de dramaturgia (2000). Ha sido maestro invitado en las universidades de Puerto Rico (1995) y Clermont-Ferrand, Francia (2000), e Investigador Huésped del CITRU (1998). Coautor de los catálogos de Teatro Mexicano del Siglo XX del IMSS.
Sus piezas se han traducido al inglés y francés. Ha recibido los premios: Premio Único de dramaturgia por su trilogía Sacrilegio (INBA 1986); Premio teatro para adolescentes José María Fernández Unsaín SOGEM por su pieza Cortés y Pizarro (1997); Premio Paul Coremans del INAH por el rescate de zonas históricas (1988); Héctor Azar Barbar, estado de puebla y “Gral. Joaquín Rea” en Atlixco (2004). Actualmente es docente en la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA y director fundador de la revista Autores: Teoría y Textos de Teatro. Y ahora, nuevamente lo saludo gustosa y lo invito a abrir el telón de su vida.
Algunas razones del Teatro

—¿Está muerto el teatro actualmente? si no es así, ¿en qué estado se encuentra?
—El teatro mexicano está vivo, es un órgano que late en el cuerpo del país, posiblemente con síncopes pero vivo al fin. Es curioso pero en los últimos años en México, en que el país ha entrado en un cúmulo de vicisitudes políticas e inestabilidades económicas, la dramaturgia nacional ha tenido un crecimiento. Esto no debe extrañarnos, si consideramos históricamente que otros países en crisis resurgieron con sus expresiones dramáticas como lo fue el caso de los Estados Unidos en su gran crisis económica, que dieron estupendos dramaturgos como Tenessee Williams, Arthur Miller o Eugenio O´Neill, quienes lucharon por un teatro nacional. Después de la Revolución Mexicana surgió un teatro nacional de identidad inmediata con autores como Rodolfo Usigli o Mauricio Magdaleno y Juan Bustillo Oros. Al parecer las revueltas políticas y sociales hacen surgir a los dramaturgos como una conciencia de su sociedad, que dictaminan un estado de salud de su tiempo. Lo que sí es cierto es que el teatro mexicano está vivo sobre todo gracias a los grupos independientes que desde su trinchera muestran ese estado de salud emocional de un pueblo.
Teatro contemporáneo
—Se ha extraviado una clara idea del teatro”, escribe Antonin Artaud. En nuestros días es muy difícil que un espectáculo teatral u obra de teatro sea más popular o atraiga más que una película o un reality show ¿A qué se debe? ¿Cómo se vive el teatro visto desde los personajes directamente relacionados?
—El teatro contemporáneo en México tiene diversas ópticas porque es un todo, y sin descalificar, muestra el corpus de su componente. Por un lado los danzadramas profanos que se representan en días de santos patrones de las comunidades indígenas, aún dan patadas de ahogado para sobrevivir ante los embates trasnacionales del espectáculo escénico. Las representaciones profanas de estos danzantes y actores naturales deben de rescatarse porque pertenecen a una idiosincrasia directa a nuestras raíces escénicas nacidas del culto religioso. Después deben considerarse a los grupos independientes que buscan espacios alternos para realizar el hecho teatral con ciertas desventajas como buscar por cuenta propia la producción, la renta del espacio, el pago de actores, etc. Algunos grupos independientes de teatro han sido privilegiados y funcionan bajo la égida de una beca del Fonca. Y finalmente el teatro de formación y el teatro comercial. El primero se da a partir del buró institucional en las universidades y en los recintos de cultura. Este es el teatro al que le pediríamos mayor exigencia. Y el teatro comercial que se sostiene en el mercado con obras como "Aventurera" o en los escenarios de la familia de Manólo Fábregas que presentan paquetes importados de Broadway u obras musicales. El teatro contemporáneo en México de mayor trascendencia es el teatro de autor comprometido con los avatares y devenires de su sociedad. Es, como diría Usigli: "el que respira por la herida" refiriéndose a nuestra historia nacional tan atropellada y al carácter emocional y cultural de México.
La dramaturgia en México
—En cuanto a la dramaturgia y el teatro ¿Existen escritores, directores, actores representativos en México? ¿qué pasa con las nuevas generaciones? ¿hay una propuesta novedosa?
—Sí hay una verdadera representación del teatro mexicano en autores como Usigli, Carballido, Magaña, Leñero, Arguelles, o directores de escena como Julio Castillo, Héctor Mendoza, Luis de Tavira, e incluso en generaciones intermedias a lo largo del siglo XX como Tomás Espinosa, Willebaldo López, Juan tovar, o generaciones muy jóvenes como Bárbara Colio, Ortiz Monasterio por mencionar apenas nombres muy propios. Estos autores y, otros muchos más, de evidente calidad han sostenido la representatividad del teatro mexicano en los escenarios pero aún falta la obra contemporánea que trascienda en lo universal. Deberíamos por ejemplo representar más a "Moctezuma II" de Sergio Magaña que a Hamlet de Shakespeare, con el cuidado de no caer en lo folklórico ni en la xenofobia pero "Moctezuma II, por ejemplo, es la tragedia mexicana que debería representarse en el mundo así como se representa a Shakespeare y sus dramas de reyes.