
Génesis de una Iglesia con misión
Autor: Mario Alberto Cañas Juárez
Tercera y última parte
Durante el periodo garridista, en el año de 1929 se ordenan los primeros ancianos gobernantes (oficiales laicos que guían a la iglesia): Marcelino Pérez, Anselmo Gómez R., Paciano de los Santos, Agustín Lutzow y Librado de los Santos. En aquél entonces el pastoreo de la iglesia era efectuado por el Pbro. Salomón R. Díaz, el Pbro. Ezequiel Lango Umalla (quien en 1940 publicara los “Comentarios del Catecismo Menor”, aún vigente hoy día) y el seminarista Rafael Vargas Gómez. Este último, a pesar de la prohibitiva existente, sigue difundiendo el evangelio y la diseminación de Biblias por las rancherias aledañas a la ciudad de Comalcalco: Zapotal, Occidente y Norte; a pesar del encarcelamiento y la pérdida de su finca “Bethania” (donde se encuentra actualmente erigido el templo de la Iglesia “Bethania”).
A fines de 1935, estando muy enferma la Sra. Isabel Murillo de Riveroll en el Estado de Veracruz, recibe la visita de la sociedad femenil, quienes después de orar por ella le presentan el plan de salvación y ella acepta a Jesús y declara que si el Señor la levantaba de esa enfermedad dedicaría su vida a extender el poderoso Reino de Dios. Así, la ahora hna. Isabel invita a sus amigas: Delia Gil de Hernández, Inés M. de Granados, Victoria Chapuz de Hernández y Dorita González de Falconi a organizarse en un círculo de oración en su casa, aún con muchas reservas. Sin embargo como dice la Palabra: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” Jua. 1.5. Un Martes de Semana Santa del año de 1936, estas cuatro mujeres valientes y entusiastas: Isabel Murillo de Riveroll, Dora González, Carmela Lopez y Livi Granados, movidas por la fe del evangelio, acuden en busca del Hno. Daniel Juárez Montejo a su hacienda ubicada en la ranchería Occidente, para pedirle que las ayudase en los estudios bíblicos, a lo que inmediatamente accede, convirtiéndose en co-fundador y el primer presidente de la actual Sociedad Femenil “Bethesda”. Dos años más tarde son ordenados a ancianos gobernantes: Antonio Juárez, Lugardo Palma, Rosalino Collado e Ignacio Sastré.
La Sra. Isabel Murillo de Riveroll organiza un grupo para salir a compartir el evangelio de Jesús, entregando folletería y biblias en plena fiesta de 14 de Mayo; hecho que da la pauta para formar la Sociedad de Obreros “San Pablo”.
En el año de 1940 son ordenados a ancianos gobernantes: Daniel Juárez Montejo y Juan Riveroll. Un año más tarde, en 1941 es entregado provisionalmente el templo y a partir de allí se dan a la tarea de restaurar y acondicionar nuevamente el edificio ya recuperado; para que nuevamente funcionase como templo. Se comisionan con cartas al Hno. Carlos Lützow Caraveo y Hno. Julian Juárez De los Santos, para solicitar el apoyo de las iglesias.
En la reunión del H. Presbiterio del Golfo de México celebrada en el puerto de Frontera en 1945 el Hno. Daniel Juárez Montejo es ordenado como pastor, pues desde 1936 había estado colaborando como obrero (predicador y pastor laico sin haber egresado formalmente de un seminario teológico) de la iglesia.
Del año de 1945 hasta nuestra fecha; la iglesia Nacional Presbiteriana “El Divino Salvador”, se ha caracterizado por su celo y obra misionera.. Hombres y mujeres que abrieron brecha sembrando la semilla del evangelio con lágrimas, sudor y oposición; pero con la firme esperanza de proseguir al blanco “…olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante” Fil. 3.13. Cuyo lema de sus vidas siempre fue “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” asimismo “El Divino Salvador” es símil del adjetivo “El Divino Maestro”; aportando hombres y mujeres utilizados como instrumentos de Dios y guiados con el poder del Espíritu Santo; en el liderazgo espiritual a nivel local, regional y nacional. Hoy, reunidos en este hermoso lugar, la Iglesia “El Divino Salvador” continúa su marcha ascendente, el trabajo no ha sido fácil. Pero por la gracia de Dios siempre, Él ha provisto de hombres y mujeres que han continuado y continúan sembrando con lagrimas. En homenaje a aquellos que dejaron surcos de sus pisadas sobre los pantanos tabasqueños y que han impreso y siguen marcando una huella indeleble en la historia del Presbiterianismo en Tabasco, nuestra oración y su ejemplo para nuestros días de seguir siendo Sal y luz en Comalcalco; porque la “La luz en las tinieblas resplandece” Juan. 1.5.