Charla con el dramaturgo Ricardo Pérez Quitt
El teatro en provincia

Rocío Jiménez Pérez (abismodeluces@yahoo.com.mx)

“El teatro alberga, al igual que la peste, una suerte de raro sol, una luz de anormales y fuertes tonos, donde lo dificultoso y hasta lo imposible de improviso se convertirán en elemento normal”.
Antonin Artaud.

Tercera y última parte

Pérez Quitt, quien ha recorrido casi toda la republica mexicana considera que el teatro para que sea nacional tiene que presentarse no solamente en el centro del país, o sea, el teatro centralista, sino que tiene que proyectarse a todo el territorio.
-Poco sabemos, por ejemplo, de autores de Campeche o de Tlaxcala, de Tabasco o de Colima. Creo que a pesar de la sofocante globalización y sus medios electrónicos, aún no hemos consolidado el gran cuerpo del teatro mexicano porque seguimos creyendo desde la colonia que son necesarios los reflectores del DF para trascender, o bien repugnamos por un teatro cuya acción se ejerza en provincia y queremos un teatro de grandes urbes a veces abusando de eso y colocando las acciones de las obras en latitudes que no nos corresponden, como por ejemplo, creemos que es de más trascendencia ubicar la obra en New York o Paris que en Veracruz o Tijuana.
Los derroteros del teatro mexicano tienen muchas encrucijadas, muchos cruces de vías. No obstante uno de estos caminos es el teatro de autor que en los últimos años ha sido descalificado por expresiones de tecnologías digitales o por el performance que no deja de ser una manifestación rebelde ante el teatro convencional o aristotélico, pero conciliando estos rumbos el teatro en México debe manifestarse en todas sus vertientes, pero lo que sí puedo afirmar es que el teatro de autor no morirá por más que se le quiera ubicar en una vitrina de museo. La gente siempre irá al teatro porque quiere que le cuenten una historia, quiere que suceda algo, que cuando la obra termine el espectador tenga la sensación de haber sido testigo de un suceso emocional”.

Proyectos de Ricardo

Ahora háblame de ti, ¿qué estás haciendo ahora? ¿cuáles son tu planes? ¿estás escribiendo alguna obra de teatro? -“Terminé de escribir la obra El vulcanólogo y reciente terminó la temporada de mi obra El asesino de taxistas y El alcohol adulterado de mi trilogía de Pedro Infante. Obras dirigidas por Villaseñor y Fragoiso en el CNA (Centro Nacional de las Artes) en el D.F. En el caso del El vulcanólogo es un parangón de dos personajes con un volcán en contingencia, un paralelo de comportamientos entre volcán y personajes. Se activan, entran en contingencia, exhalan, erupcionan. Procesos emocionales determinados por un extraño vulcanólogo. En el caso de las otras dos obras es una remembranza al teatro de carpa, un teatro nacional que expresó las inquietudes políticas en su momento, un teatro eufórico, lépero, musical, político, cómico. También edito la revista AUTORES como una contribución modesta de mi parte a la propulsión del teatro en México. La revista lleva 20 números monográficos, los más recientes están dedicados al Clown y al Performance”.

Baja el telón de esta charla-drama con un personaje convencido de que su mayor pasión es el drama, y mientras me despido de él recuerdo otro fragmento de Antonin Artaud que dice “Si el teatro intenta recuperar el respeto del público hacia él, deberá brindar cuanto pueda encontrar en el amor, el crimen, la guerra y hasta la locura”.