La Criba

No titubear contra el crimen

Por Jorge Davish
A la grave inseguridad y terror que sufrimos por las más recientes muestras de poder del crimen organizado, pronto se agregará otro mal quizá peor: la crisis por la escasez de alimentos básicos en todo el país
Cuánta razón tiene el primer mandatario de la Nación al afirmar que la miseria e inseguridad, son los principales enemigos del país. Hace unas semanas, el presidente Felipe Calderón dijo que el gobierno será “intransigente” contra aquellos que quieren destruir el tejido de la sociedad mexicana y convocó a mantener la unidad más allá de diferencias ideológicas, partidistas y religiosas además de evitar todo aquello que nos divide.
A los enemigos, dijo, sólo los derrotaremos con unidad y los podremos vencer si cerramos filas. “Hoy afirmo que es hora de sumar y no de dividir, es hora de actuar y no de titubear ni evadir la responsabilidad porque eso es lo que la Patria nos demanda”.
Tal parece que el presidente Calderón Hinojosa sabía de antemano que se desataría una nueva escalada de violencia que invadiría a nuestra nación. Pues como respuesta a sus palabras, inmediatamente en varios puntos de la geografía nacional se han estado suscitando violentos hechos de sangre que nos confirman que el crimen organizado no se amedrenta tan solo con palabras, es necesario combatirlo con verdadera energía, pero quizá lo primero y fundamental en ese tipo de lucha es cortar de tajo la corrupción y procurar la depuración de nuestros cuerpos de seguridad, pues es de todos conocida la estrecha colaboración e infiltración existente entre el crimen organizado y los propios cuerpos policíacos encargados de combatirlo.
Calderón Hinojosa, dijo también “No vamos a dar ni un paso atrás en nuestra lucha por la legalidad y la seguridad porque queremos garantizar que los mexicanos puedan vivir mejor”, y más recientemente lanzó un enérgico “Ya basta”.
El máximo responsable de la actual administración, instó a la sociedad a compartir con el gobierno la tarea de garantizar el cumplimiento de las leyes y “vencer el flagelo de la inseguridad y la criminalidad”.
Salta a la vista que los particulares no están en condiciones de enfrentar a los delincuentes, que su colaboración en las tareas de seguridad pública no puede ir mucho más allá de denunciarlos, y que aun así sería un empeño peligroso, habida cuenta de la infiltración de las instituciones encargadas de procurar justicia por parte de la criminalidad organizada.
Las nociones más elementales del pacto social indican que la sociedad mantiene con sus impuestos a las autoridades políticas para que éstas garanticen la seguridad, la educación, la salud y el bienestar de todos, cuando menos.
Por tanto admitir que la acción gubernamental en sus ámbitos básicos –seguridad, salud, educación– es “insuficiente” lleva implícita una lamentable confesión de ineptitud por parte de los gobernantes en turno. Si se lleva esa lógica a sus últimas consecuencias, la administración pública, de tan inepta, se vuelve innecesaria.