
EDITORIAL
Qué nos dejará la reforma petrolera
Si bien la nueva reforma petrolera no desaparecerá la pobreza extrema en México, como lo garantizó el presidente Felipe Calderón, al liberarse del yugo a que estaba sometida por el gobierno federal, la paraestatal operará con un mayor margen de solvencia financiera y esto le permitirá un gradual desarrollo que vendrá a beneficiar a los mexicanos. A la vez, y amparado en el nuevo marco legal, enfrentará con mejores instrumentos financieros los retos que conlleva el agotamiento paulatino e irremediable de los recursos petroleros.
Además de la promesa presidencial de que con los 150 millones de dólares que ingresen cada año al país por proyectos petroleros todos los jóvenes tendrán un lugar en la Universidad, que habrá acceso universal a servicios de salud y se producirán gasolinas limpias para evitar enfermedades respiratorias, trasciende la enseñanza política que nos deja esta Reforma:
Con las negociaciones, consensos, cabildeos, foros, y consultas populares, quedó demostrado que con buena actitud y voluntad es posible superar las diferencias ideológicas que sangran la vida política de nuestro sufrido México. Este hecho deberá tomarse como referente para que los partidos, gobernantes, asociaciones civiles y la sociedad en general se alienten a discutir con madurez los temas pendientes de la agenda nacional y dirimirlos por la vía legal y democrática.
Por lo pronto, el jefe del Ejecutivo federal, con su llamado a los partidos políticos, empresarios, sindicatos y a todos los protagonistas políticos del país, demuestra que los radicalismos quedaron atrapados en un callejón sin salida y que su gobierno no hace cálculos de corto plazo ni coyunturales, porque el deber de un gobernante no es pensar estrictamente en beneficios políticos personales, sino ser capaz de asumir los riesgos, los costos y tomar decisiones que generen beneficios a largo plazo para nuestro país.
Por su parte, el poder Legislativo expresó que ya no está sometido a los designios del Ejecutivo, que es capaz de ejercer con autoridad y absoluta independencia el Poder que el pueblo le concedió, tal y como lo sentenciara aquel 1 de septiembre de 1997 el entonces presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, al contestar el tercer Informe del Presidente Zedillo: “En México a partir de hoy, y esperemos que para siempre, ningún poder quedará subordinado a otro”.
A las bondades atribuidas a la reforma petrolera se suma la inversión en hidrocarburos, que ascenderá a uno por ciento del producto interno bruto adicional por año con los nuevos proyectos de exploración, producción y refinación.
Y finalmente, quizá la más valiosa de todas las lecciones, es que con esta Reforma nadie pierde; por el contrario, todos ganan: Pemex operará con un mayor margen de solvencia financiera, el Presidente tiene su reforma petrolera, los diputados y senadores lograron limar sus asperezas, los partidos cacarean su victoria al incluir sus propuestas y los mexicanos por fin podemos sentirnos orgullosos de nosotros mismos, sabedores de que sí podemos llegar al mismo destino, aunque lo hagamos por distintos caminos.
Qué nos dejará la reforma petrolera
Si bien la nueva reforma petrolera no desaparecerá la pobreza extrema en México, como lo garantizó el presidente Felipe Calderón, al liberarse del yugo a que estaba sometida por el gobierno federal, la paraestatal operará con un mayor margen de solvencia financiera y esto le permitirá un gradual desarrollo que vendrá a beneficiar a los mexicanos. A la vez, y amparado en el nuevo marco legal, enfrentará con mejores instrumentos financieros los retos que conlleva el agotamiento paulatino e irremediable de los recursos petroleros.
Además de la promesa presidencial de que con los 150 millones de dólares que ingresen cada año al país por proyectos petroleros todos los jóvenes tendrán un lugar en la Universidad, que habrá acceso universal a servicios de salud y se producirán gasolinas limpias para evitar enfermedades respiratorias, trasciende la enseñanza política que nos deja esta Reforma:
Con las negociaciones, consensos, cabildeos, foros, y consultas populares, quedó demostrado que con buena actitud y voluntad es posible superar las diferencias ideológicas que sangran la vida política de nuestro sufrido México. Este hecho deberá tomarse como referente para que los partidos, gobernantes, asociaciones civiles y la sociedad en general se alienten a discutir con madurez los temas pendientes de la agenda nacional y dirimirlos por la vía legal y democrática.
Por lo pronto, el jefe del Ejecutivo federal, con su llamado a los partidos políticos, empresarios, sindicatos y a todos los protagonistas políticos del país, demuestra que los radicalismos quedaron atrapados en un callejón sin salida y que su gobierno no hace cálculos de corto plazo ni coyunturales, porque el deber de un gobernante no es pensar estrictamente en beneficios políticos personales, sino ser capaz de asumir los riesgos, los costos y tomar decisiones que generen beneficios a largo plazo para nuestro país.
Por su parte, el poder Legislativo expresó que ya no está sometido a los designios del Ejecutivo, que es capaz de ejercer con autoridad y absoluta independencia el Poder que el pueblo le concedió, tal y como lo sentenciara aquel 1 de septiembre de 1997 el entonces presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, al contestar el tercer Informe del Presidente Zedillo: “En México a partir de hoy, y esperemos que para siempre, ningún poder quedará subordinado a otro”.
A las bondades atribuidas a la reforma petrolera se suma la inversión en hidrocarburos, que ascenderá a uno por ciento del producto interno bruto adicional por año con los nuevos proyectos de exploración, producción y refinación.
Y finalmente, quizá la más valiosa de todas las lecciones, es que con esta Reforma nadie pierde; por el contrario, todos ganan: Pemex operará con un mayor margen de solvencia financiera, el Presidente tiene su reforma petrolera, los diputados y senadores lograron limar sus asperezas, los partidos cacarean su victoria al incluir sus propuestas y los mexicanos por fin podemos sentirnos orgullosos de nosotros mismos, sabedores de que sí podemos llegar al mismo destino, aunque lo hagamos por distintos caminos.